Había una vez una niña a la que le gustaba muchísimo cantar: cantaba en su casa, en el cole, en la calle…

Y su afición se extendió más y más, y así fue creciendo, y aunque a veces parecía haberse olvidado, sólo dormía y volvía a cantar.

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Y así la niña siguió cantando, y soñando con poder decir cantando todo aquello que sentía.

Cuando tuvo la edad suficiente, le crecieron alas y salió volando a recorrer el mundo.

Vio muchas cosas desde el aire: diversa gente, otras culturas, distintas maneras de relacionarse y de expresarse, y escribió acerca de todo aquello, y luego le puso música para llenar el cielo con su voz.